La violencia la llevo en la sangre. La aprendí desde pequeña con mi madre. Mi madre, que es uno de los mejores ejemplos que tengo de ser madre, no es perfecta y en eso se equivocó. Yo la comprendo porque su vida no fue fácil como madre soltera, única proveedora del hogar, con 2 trabajos, y siguiendo sus estudios.
Como me crié en ese ambiente, siempre tengo una lucha constante conmigo misma para no crear la misma situación para mis hijos. Pero no ha sido fácil.
Diego es muy inquieto y a pesar de que su inquietud se manifiesta en la felicidad y el juego constante, hasta eso cansa. Durante un corto tiempo me acostumbré a pegarle por todo (un manotazo) hasta que una ocasión me le acerqué de repente y el chico se echó para atrás con temor de que le iba a pegar. Me hizo despertar de inmediato.
Gracias a Dios, los niños todavía son pequeños y se pueden acostumbrar a métodos más efectivos de disciplina:
- Una nalgada no mata. A pesar de que digo NO a la violencia, SI utilizo las nalgadas como método de disciplina “especial” (cuando hace algo verdaderamente peligroso para él y/o para otros, como empujar a Viviana para que se caiga de boca). Solamente que para poder controlar cómo le pego, no lo hago con rabia, ni con la mano.
- El Time Out sí funciona. Diego ya hasta sabe mandarse él mismo al cuarto (y a mí también cuando me porto mal) y va todo el camino llorando, pues sabe que es castigo. Ahí en el cuarto se calma de su rabieta y sale pidiendo disculpas.
- Dejarle saber que su comportamiento me afecta. Así como le he enseñado a expresar sus emociones, también le digo (con palabra, ademanes, y expresión facial) cuando me ha hecho enojar o entristecer con cierta conducta, lo cual generalmente lo hace cambiar de comportamiento inmediatamente para no hacerme sentir mal.
- Le doy opciones. Cuando el problema se trata de que no puede tener lo que quiere, le doy a elegir entre dos cosas que sí puede tener y que sé que le gustan. Por ejemplo, si ya ha comido golosinas, pues le doy a elegir entre galletitas y queso. Esto lo hace sentir que él tiene el control y que ha ganado.
Quiero que mis hijos sigan desarrollándose en los individuos felices y saludables que son.